martes, 17 de marzo de 2009

Historias de mujeres y ciudades



Carolina Lozada

Por Gabriel Figueredo






La ciudad es una gran maraña de hilos. Hilos que nos conectan a las vidas vecinas, a la cotidianidad de los transeúntes, a los goces y a las inapetencias del coro que canta la banda sonora de nuestras cotidianidades. “Historia de mujeres y ciudades” es un atinado acercamiento a esa realidad, cada vez menos imperceptible. Pero no hace la autora referencia a la ciudad como el simple complejo urbanístico en el que habitamos hoy, hace referencia más bien a la ciudad como asunto sociológico y juega con ese elemento para recrear nuestras mentes en diferentes contextos. Puede bien, arrastrarnos entre el humo y las maldiciones de Chernobil. Nos hace correr en los predios de una Varsovia del 39’ con las rodillas rojas y los zapatos desechos. Nos hace amar en silencio a cada mujer de sus historias; ellas, agobiadas en las sociedades que nunca alcanzan a comprenderlas, encontrarán en cada cuento la posibilidad de ser autenticas en medio de las generalidades.

Y es que son precisamente esas características tan generales las que nos permiten reconocernos en quienes prescinden de ellas, sin importar que residan en Hamburgo, Madrid, Buenos Aires o Caracas. Carolina lo asume, haciendo uso de una gran destreza narrativa, y se convierte en un espejo profundo para ver el rostro desdoblado de una alta cantidad de mujeres y de ciudades.

Uno de los elementos más interesantes del libro, a mí entender, es el juego de las historias paralelas. Historias que parecen estar zurcidas entre si, al tiempo que se van alejando en sus agonías particulares. Un buen ejemplo, de lo antes planteado sobre las entrecruzadas cuerdas que nos unen y los despojos del alma, es el primer cuento del libro: Historias vecinas del cual podemos leer una porción en este momento.


“Obsesionado por la idea de otra dimensión, el matemático tomó su cuaderno de notas, dibujó un moebius y escribió: Estoy convencido de que el otro lado existe. Se asomó al balcón, sonrió, tomó aire y se lanzó. En su habitación la música siguió sonando y la gota de agua cayendo.”

“Cuando los policías se disponían a meter al hombre esposado a la patrulla, vieron estremecidos un cuerpo en caída libre desde un sexto piso. Inmediatamente se produjo el tumulto público. Las fuerzas de seguridad trataron de despejar el lugar de curiosos.
La mujer baja corriendo las escaleras, mira con ojos de desprecio al hombre apresado. Luego se acerca al cuerpo sin vida y reconoce al hombre de la cajita de música. Se aleja perturbada. La patrulla pasa a su lado y el hombre del asiento trasero la mira con ojos suplicantes de perdón. Ella pasa invisible entre los curiosos, se mete en su apartamento. Se aproxima a la nevera, saca una cerveza, la destapa y se asoma al balcón.”

Haciendo gala de elementos altamente poéticos, Carolina Lozada, nos muestra la cara del abandono, y la disconformidad con la vida no deseada, llegando a proponer el suicidio como un elemento reiterativo en varios cuentos. Y es posible ver en estos las ideas de Schopenhauer, pues estos personajes no parecen renunciar a la vida, sino afirmarla con energía. Desean vivir, pero no en las condiciones miserables que los envuelven.

Fragmento del cuento “Peces ahogados”

“un grito ahogado se introdujo en el mar. El cuerpo tendido boca abajo, de cara a los seres submarinos, buscaba dejar de respirar. Ahogada de llanto se fue introduciendo en las paredes submarinas. Veía las luces del auto embriagado, veía el rostro aterrado de Marcos y con los pulmones hundidos en el mar le decía: el corazón de una madre es tan grande como una ballena, pero cuando pierde a su hijo se vuelve tan chico como el de una pequeña sardina. No te dejaré solo mi pequeño pez”



Además de los cuentos citados anteriormente hay que destacar otros que sobresalen del entramado de papel. Quizás por Helechos rojos, labios de charol, Alicia en Varsovia, las flores de patricia, Doge 74, Orgasmo Almodóvar y Tango a oscuras, entre otros, Historia de mujeres y ciudades fue galardonado en el concurso de Narrativa “Salvador Garmendia” mención publicación en el año 2006.




Ojos de ciudad
a Carolina Lozada


He visto la ciudad con tus ojos desnudos
he caminado contigo mientras me veo en la otra acera
jugando a ser citadino
jugando a ser gente importante
a ser fotógrafo, científico, músico

jugando a ser poeta enamorado
comprador de rosas muertas
en el hastío de las noches
pobladas de comandos despóticos

por dios que me he mirado en tus ojos de ciudad
en tus ojos de mujer precisa.

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