viernes, 12 de febrero de 2010

II Festival de artes Yaracuy 2010

viernes, 11 de septiembre de 2009

Último Discurso de Salvador Allende


Para nosotros, los que amamos este territorio nuestroamericano, hoy recordamos la masacre en aquel Chile del ’73. Hoy recordamos con algún dejo de tristeza a Salvador Allende y su Revolución Desarmada. Por eso queremos compartir con ustedes el último discurso del camarada presidente Chileno, asesinado por soldados traidores en complicidad con el gobierno de los Estados Unidos.
Pero este duelo no es solo del pueblo chileno, porque como dice García Márquez “El drama ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de este tiempo, que se quedó en nuestras vidas para siempre.

¡Arriba el Chile de Allende! ¡Que viva el Chile de Victor Jara! ¡Que viva la Revolución Desarmada!
Último Discurso de Salvador Allende
Santiago de Chile
11 de septiembre de 1973
7:55 A.M. Radio Corporación
Habla el presidente de la República desde el Palacio de La Moneda. Informaciones confirmadas señalan que un sector de la marinería habría aislado Valparaíso y que la ciudad estaría ocupada, lo que significa un levantamiento contra el Gobierno, del Gobierno legítimamente constituido, del Gobierno que está amparado por la ley y la voluntad del ciudadano.
En estas circunstancias, llamo a todos los trabajadores. Que ocupen sus puestos de trabajo, que concurran a sus fábricas, que mantengan la calma y serenidad. Hasta este momento en Santiago no se ha producido ningún movimiento extraordinario de tropas y, según me ha informado el jefe de la Guarnición, Santiago estaría acuartelado y normal.
En todo caso yo estoy aquí, en el Palacio de Gobierno, y me quedaré aquí defendiendo al Gobierno que represento por voluntad del pueblo. Lo que deseo, esencialmente, es que los trabajadores estén atentos, vigilantes y que eviten provocaciones. Como primera etapa tenemos que ver la respuesta, que espero sea positiva, de los soldados de la Patria, que han jurado defender el régimen establecido que es la expresión de la voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que prestigió a Chile y le prestigia el profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En estas circunstancias, tengo la certeza de que los soldados sabrán cumplir con su obligación. De todas maneras, el pueblo y los trabajadores, fundamentalmente, deben estar movilizados activamente, pero en sus sitios de trabajo, escuchando el llamado que pueda hacerle y las instrucciones que les dé el compañero presidente de la República.

8:15 A.M.
Trabajadores de Chile:
Les habla el presidente de la República. Las noticias que tenemos hasta estos instantes nos revelan la existencia de una insurrección de la Marina en la Provincia de Valparaíso. He ordenado que las tropas del Ejército se dirijan a Valparaíso para sofocar este intento golpista. Deben esperar las instrucciones que emanan de la Presidencia. Tengan la seguridad de que el Presidente permanecerá en el Palacio de La Moneda defendiendo el Gobierno de los Trabajadores. Tengan la certeza que haré respetar la voluntad del pueblo que me entregara el mando de la nación hasta el 4 de Noviembre de 1976. Deben permanecer atentos en sus sitios de trabajo a la espera de mis informaciones. Las fuerzas leales respetando el juramento hecho a las autoridades, junto a los trabajadores organizados, aplastarán el golpe fascista que amenaza a la Patria.

8:45 A.M.
Compañeros que me escuchan:
La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de Estado en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta hora aciaga quiero recordarles algunas de mis palabras dichas el año 1971, se las digo con calma, con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol ni de mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el Gobierno porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras, mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy clara para las masas de que esta gente no se detiene ante nada. Yo tenía contabilizada esta posibilidad, no la ofrezco ni la facilito. El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse. Compañeros, permanezcan atentos a las informaciones en sus sitios de trabajo, que el compañero Presidente no abandonará a su pueblo ni su sitio de trabajo. Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi propia vida.

9:03 A.M. Radio Magallanes
En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por mandato conciente de un Presidente que tiene la dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones libres y democráticas. En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor.
Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra... rota la doctrina de las Fuerzas Armadas.
El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.
9:10 A.M.
Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

Para nosotros, los que amamos este territorio nuestroamericano, hoy recordamos la masacre en aquel Chile del ’73. Hoy recordamos con algún dejo de tristeza a Salvador Allende y su Revolución Desarmada. Por eso queremos compartir con ustedes el último discurso del camarada presidente Chileno, asesinado por soldados traidores en complicidad con el gobierno de los Estados Unidos.
Pero este duelo no es solo del pueblo chileno, porque como dice García Márquez “El drama ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de este tiempo, que se quedó en nuestras vidas para siempre.

¡Arriba el Chile de Allende! ¡Que viva el Chile de Victor Jara! ¡Que viva la Revolución Desarmada!
Último Discurso de Salvador Allende
Santiago de Chile
11 de septiembre de 1973
7:55 A.M. Radio Corporación
Habla el presidente de la República desde el Palacio de La Moneda. Informaciones confirmadas señalan que un sector de la marinería habría aislado Valparaíso y que la ciudad estaría ocupada, lo que significa un levantamiento contra el Gobierno, del Gobierno legítimamente constituido, del Gobierno que está amparado por la ley y la voluntad del ciudadano.
En estas circunstancias, llamo a todos los trabajadores. Que ocupen sus puestos de trabajo, que concurran a sus fábricas, que mantengan la calma y serenidad. Hasta este momento en Santiago no se ha producido ningún movimiento extraordinario de tropas y, según me ha informado el jefe de la Guarnición, Santiago estaría acuartelado y normal.
En todo caso yo estoy aquí, en el Palacio de Gobierno, y me quedaré aquí defendiendo al Gobierno que represento por voluntad del pueblo. Lo que deseo, esencialmente, es que los trabajadores estén atentos, vigilantes y que eviten provocaciones. Como primera etapa tenemos que ver la respuesta, que espero sea positiva, de los soldados de la Patria, que han jurado defender el régimen establecido que es la expresión de la voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que prestigió a Chile y le prestigia el profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En estas circunstancias, tengo la certeza de que los soldados sabrán cumplir con su obligación. De todas maneras, el pueblo y los trabajadores, fundamentalmente, deben estar movilizados activamente, pero en sus sitios de trabajo, escuchando el llamado que pueda hacerle y las instrucciones que les dé el compañero presidente de la República.

8:15 A.M.
Trabajadores de Chile:
Les habla el presidente de la República. Las noticias que tenemos hasta estos instantes nos revelan la existencia de una insurrección de la Marina en la Provincia de Valparaíso. He ordenado que las tropas del Ejército se dirijan a Valparaíso para sofocar este intento golpista. Deben esperar las instrucciones que emanan de la Presidencia. Tengan la seguridad de que el Presidente permanecerá en el Palacio de La Moneda defendiendo el Gobierno de los Trabajadores. Tengan la certeza que haré respetar la voluntad del pueblo que me entregara el mando de la nación hasta el 4 de Noviembre de 1976. Deben permanecer atentos en sus sitios de trabajo a la espera de mis informaciones. Las fuerzas leales respetando el juramento hecho a las autoridades, junto a los trabajadores organizados, aplastarán el golpe fascista que amenaza a la Patria.

8:45 A.M.
Compañeros que me escuchan:
La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de Estado en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta hora aciaga quiero recordarles algunas de mis palabras dichas el año 1971, se las digo con calma, con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol ni de mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el Gobierno porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras, mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy clara para las masas de que esta gente no se detiene ante nada. Yo tenía contabilizada esta posibilidad, no la ofrezco ni la facilito. El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse. Compañeros, permanezcan atentos a las informaciones en sus sitios de trabajo, que el compañero Presidente no abandonará a su pueblo ni su sitio de trabajo. Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi propia vida.

9:03 A.M. Radio Magallanes
En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por mandato conciente de un Presidente que tiene la dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones libres y democráticas. En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor.
Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra... rota la doctrina de las Fuerzas Armadas.
El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.
9:10 A.M.
Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

sábado, 5 de septiembre de 2009

DE RAQUITISMOS Y DEMONIOS



Por Arístides Valdés Guillermo







Uno de los filósofos más populares de la historia moderna – y así lo confirma cierta joven encuesta realizada en un país del viejo continente – afirma que conoció mejor a la sociedad francesa por su lectura de las obras de Balzac que por el estudio de los cronicones de la época. Con ello, probablemente, se arriesgó a conocer el valor de la literatura como testimonio de los hábitos y también - ¿por qué no?- de las aberraciones con que suelen transitar por la existencia los grupos humanos que coexisten en una ubicación espacio-temporal determinada.


De la trascendencia de la creación literaria como instrumento nada desdeñable y, consecuentemente, como arma de poderosísima eficacia en el proceso de disección de la anatomía social de nuestros pueblos, parecen estar hablándonos todavía muchos poemas de Vallejo y de Neruda y de Andrés Eloy Blanco, y memorables narraciones de Rodolfo Walsh y de Harold Conti, escritores – estos últimos- desaparecidos gracias a la “bondad” de satrapías apadrinadas por aquellos que, tradicionalmente, se han empecinado en erigirse como arquetipo de administraciones democráticas.

Conste que con lo anterior no pretendo menoscabar la significación de autores cuyas obras, signadas muchas veces por un exceso de lastre culturalista, nos lo muestran ajenos a las ulceraciones que corroyeron el cuerpo de su entorno. Se trata, simplemente, de admitir que el acercamiento a la inmediatez no siempre redunda en detrimento de la calidad artística.

Marco Gentile, escritor Venezolano nacido hace treinta años en Barquisimeto y radicado en Yaritagua, acaba de entregarnos, a través de la editorial “El perro y la rana”, el que constituye, felizmente, su primer libro publicado. El demonio raquítico, más allá de la plausible imaginería de su autor y de su aparente recorrido por los territorios de la narrativa fantástica, corrobora con creces la aseveración involucrada en los párrafos anteriores. Cada una de las cuarenta y siete fabulaciones que lo conforman, siempre tocadas por ese ángel de la brevedad que, de alguna manera, nos induce a rememorar una parte del quehacer de Augusto Monterroso, impresiona, en primer lugar, por su incuestionable nivel de sugerencia.

Y, dicho lo precedente, me apresuro a explicarme: con la utilización de un lenguaje distanciado de las enunciaciones crípticas y sin afanes esnobistas ni renovadores, este narrador yaracuyano consigue insuflarle a sus miniaturas un indudable y bien logrado aliento parabólico. La limpieza expresiva, el humor, la ironía –tan exquisitamente manejada- y, sobre todo, ese reverenciable avecinamiento con los aires de la sátira que se respira en el trasfondo de sus textos, transparentan la lectura de tal modo que el mensaje adquiere sus verdaderas dimensiones cuando el lector, previamente avisado, imbrica la sugerente fantasía explicitada en la escritura con los referentes de esa otra realidad tangible y, en apariencias, escasamente socorrida donde, a la sombra de actitudes conductuales afiliadas al hombre, también pululan los demonios. Quiero indicar con esto que, aún cuando la urdidumbre narrativa de los cuentos se nutre de elucubraciones simbólicas, una considerable porción de tales alegorías, al ser trasladadas al universo de la cotidianidad y concatenarse con este, admite la necesaria resemantización a la que, a mi juicio, aspira la voluntad del creador.

Dada la sencillez escritutaria del cuaderno, quien los disfrute puede prescindir perfectamente de innumerables y tediosas visitas a las bibliotecas para desentrañar su contenido. Detrás de toda esa alegoría de personajes que deambula por sus páginas –ocumos, topochos, tortugas neonatas, deportistas octópodos, etc,- no es difícil vislumbrar el tránsito del hombre por los senderos de su hábitat, siempre sensible –unas veces por la escasez de claridad; otras, por la interesada manipulación de la ceguera que le ha impuesto la inopia- a los desafueros pergeñados por el maquiavelismo presupuesto en las actuaciones censurables, y en el raquitismo de las pasiones demonizadas que suelen secundarlas.

Recurriendo a los menesteres de la cirugía, Marco Gentile desenfunda su escalpelo y nos conduce al reconocimiento de las pústulas que deslucen el rostro de su tiempo. Con el libro que nos ocupa, donde se muestra dueño de atinados recursos expresivos, se incorpora – y creo que con alas de envergadura suficiente para incrementar la longitud del vuelo- al vasto panorama de la narrativa facturada en estos lares. El demonio Raquítico le ha de granjear, sin duda, un número considerable de lectores. En él, como en todo espejo, no es imposible descubrir manchas intrascendentes. Pero como quiera que hablar de las tinieblas donde la lumbre purifica, es una obra que atañe solo a quienes no saben ser agradecidos, yo considero válido el deslumbramiento al que nos convoca la luz derramada en este volumen de relatos, entre otras cosas porque quizás dentro de un par de siglos alguno de los filósofos de entonces no tema arriesgarse a pronunciar, a propósito de una hipertrofiada ejecutoria literaria que comenzó a gestarse durante los primeros años de la actual centuria, una apostilla que, salvando las distancias, pueda recordarle a los bibliófilos del futuro, la suscrita por el insigne alemán luego de su fructuoso aprendizaje con las novelas de Balzac.


Arístides Valdés. Poeta Cubano graduado en medicina. Ganador del concurso Iberoamericano Cucalambé (1992) y galardonado en otros tantos: Premio Fayad Jamís (1993) Premio a la décima ( 2003) y antalogado en “Nuevos poetas Cubanos”.



Por Arístides Valdés Guillermo







Uno de los filósofos más populares de la historia moderna – y así lo confirma cierta joven encuesta realizada en un país del viejo continente – afirma que conoció mejor a la sociedad francesa por su lectura de las obras de Balzac que por el estudio de los cronicones de la época. Con ello, probablemente, se arriesgó a conocer el valor de la literatura como testimonio de los hábitos y también - ¿por qué no?- de las aberraciones con que suelen transitar por la existencia los grupos humanos que coexisten en una ubicación espacio-temporal determinada.


De la trascendencia de la creación literaria como instrumento nada desdeñable y, consecuentemente, como arma de poderosísima eficacia en el proceso de disección de la anatomía social de nuestros pueblos, parecen estar hablándonos todavía muchos poemas de Vallejo y de Neruda y de Andrés Eloy Blanco, y memorables narraciones de Rodolfo Walsh y de Harold Conti, escritores – estos últimos- desaparecidos gracias a la “bondad” de satrapías apadrinadas por aquellos que, tradicionalmente, se han empecinado en erigirse como arquetipo de administraciones democráticas.

Conste que con lo anterior no pretendo menoscabar la significación de autores cuyas obras, signadas muchas veces por un exceso de lastre culturalista, nos lo muestran ajenos a las ulceraciones que corroyeron el cuerpo de su entorno. Se trata, simplemente, de admitir que el acercamiento a la inmediatez no siempre redunda en detrimento de la calidad artística.

Marco Gentile, escritor Venezolano nacido hace treinta años en Barquisimeto y radicado en Yaritagua, acaba de entregarnos, a través de la editorial “El perro y la rana”, el que constituye, felizmente, su primer libro publicado. El demonio raquítico, más allá de la plausible imaginería de su autor y de su aparente recorrido por los territorios de la narrativa fantástica, corrobora con creces la aseveración involucrada en los párrafos anteriores. Cada una de las cuarenta y siete fabulaciones que lo conforman, siempre tocadas por ese ángel de la brevedad que, de alguna manera, nos induce a rememorar una parte del quehacer de Augusto Monterroso, impresiona, en primer lugar, por su incuestionable nivel de sugerencia.

Y, dicho lo precedente, me apresuro a explicarme: con la utilización de un lenguaje distanciado de las enunciaciones crípticas y sin afanes esnobistas ni renovadores, este narrador yaracuyano consigue insuflarle a sus miniaturas un indudable y bien logrado aliento parabólico. La limpieza expresiva, el humor, la ironía –tan exquisitamente manejada- y, sobre todo, ese reverenciable avecinamiento con los aires de la sátira que se respira en el trasfondo de sus textos, transparentan la lectura de tal modo que el mensaje adquiere sus verdaderas dimensiones cuando el lector, previamente avisado, imbrica la sugerente fantasía explicitada en la escritura con los referentes de esa otra realidad tangible y, en apariencias, escasamente socorrida donde, a la sombra de actitudes conductuales afiliadas al hombre, también pululan los demonios. Quiero indicar con esto que, aún cuando la urdidumbre narrativa de los cuentos se nutre de elucubraciones simbólicas, una considerable porción de tales alegorías, al ser trasladadas al universo de la cotidianidad y concatenarse con este, admite la necesaria resemantización a la que, a mi juicio, aspira la voluntad del creador.

Dada la sencillez escritutaria del cuaderno, quien los disfrute puede prescindir perfectamente de innumerables y tediosas visitas a las bibliotecas para desentrañar su contenido. Detrás de toda esa alegoría de personajes que deambula por sus páginas –ocumos, topochos, tortugas neonatas, deportistas octópodos, etc,- no es difícil vislumbrar el tránsito del hombre por los senderos de su hábitat, siempre sensible –unas veces por la escasez de claridad; otras, por la interesada manipulación de la ceguera que le ha impuesto la inopia- a los desafueros pergeñados por el maquiavelismo presupuesto en las actuaciones censurables, y en el raquitismo de las pasiones demonizadas que suelen secundarlas.

Recurriendo a los menesteres de la cirugía, Marco Gentile desenfunda su escalpelo y nos conduce al reconocimiento de las pústulas que deslucen el rostro de su tiempo. Con el libro que nos ocupa, donde se muestra dueño de atinados recursos expresivos, se incorpora – y creo que con alas de envergadura suficiente para incrementar la longitud del vuelo- al vasto panorama de la narrativa facturada en estos lares. El demonio Raquítico le ha de granjear, sin duda, un número considerable de lectores. En él, como en todo espejo, no es imposible descubrir manchas intrascendentes. Pero como quiera que hablar de las tinieblas donde la lumbre purifica, es una obra que atañe solo a quienes no saben ser agradecidos, yo considero válido el deslumbramiento al que nos convoca la luz derramada en este volumen de relatos, entre otras cosas porque quizás dentro de un par de siglos alguno de los filósofos de entonces no tema arriesgarse a pronunciar, a propósito de una hipertrofiada ejecutoria literaria que comenzó a gestarse durante los primeros años de la actual centuria, una apostilla que, salvando las distancias, pueda recordarle a los bibliófilos del futuro, la suscrita por el insigne alemán luego de su fructuoso aprendizaje con las novelas de Balzac.


Arístides Valdés. Poeta Cubano graduado en medicina. Ganador del concurso Iberoamericano Cucalambé (1992) y galardonado en otros tantos: Premio Fayad Jamís (1993) Premio a la décima ( 2003) y antalogado en “Nuevos poetas Cubanos”.

lunes, 17 de agosto de 2009

Sobre la marginalidad y otros asuntos



Arístides Valdés Guillermo


El abandono progresivo del ámbito rural y el acelerado y aparentemente ineluctable hacinamiento del hombre en las ciudades, espacio mucho más propicio para la aparición y el incremento exorbitante de los vicios y las bajas pasiones, incidieron notablemente, a lo largo de la pasada centuria y durante el transcurso de la actual, en la creciente y rauda proliferación de la marginalidad y de los desafueros humanos inherentes a ella. Atribuible muchas veces a la imperfección de nuestras sociedades y otras a la morbosa vocación por el delito que suele convivir, en perfecta simbiosis, con determinados especímenes, esa lamentable forma de asirse a la existencia citadina también se ha convertido en una especie de surtidor, abundoso in extremis, hacia el que tienden a inclinarse algunos escritores acicateados por la intención de labrarle un sitio en el entramado de sus obras.

Aunque no me atrevo a asegurarlo, probablemente haya sido Guillermo Meneses el primer narrador que se arriesgó a incorporar el tema de marras a la cuentística venezolana. Aun cuando resulta innegable la trascendencia de la prosa regionalista o de la tierra, cuyo exponente más connotado, sin lugar a dudas, sería la célebre novela de Rómulo Gallegos publicada en 1929, ya en los cuentos del escritor caraqueño aparecidos en la década del treinta del pasado siglo es factible advertir indicios del traslado del escenario rural hacia el entorno suburbano. En semejante hábitat se mueven, verbigratia, las criaturas que apreciamos en La balandra Isabel llegó esta tarde, texto que vio la luz en 1934 y que, añadido a los restantes alumbrados más o menos por esa misma fecha, presupondría un intento de renovación literaria de irrefutable validez en estos lares.

El amplio abanico de sucesos que conforma Quemando a Venezuela y otros relatos no desdeña el acercamiento creativo a esa dolorosa realidad que, dada la ineficacia de los mecanismos diseñados para combatirla, tórnase más preocupante aún cuando el azar le usurpa el aire a quienes tratan de evadirla o ignorarla. En su libro iniciático, merecedor de un premio en el Certamen Mayor de las Artes y las Letras del 2006 y publicado ese mismo año por la Fundación editorial el perro y la rana, Juan Manuel Parada (Yaritagua, 1980) incursiona con viento favorable por este y otros derroteros.

Los entes marginales involucrados en una porción considerable del universo existencial que nos entrega el joven narrador yaritagüeño difieren, sin embargo, de las entelequias menesianas. En sus cuentos, si excluimos la aparición esporádica de la drogadicción, el tratamiento de la marginalidad se vincula, sobre todo y más atinadamente, con la recreación de la violencia cuyo clímax suele concretarse a través del zumbido de una bala o de un deceso inesperado. Si bien algunas veces esta constituye la columna vertebral del acontecimiento que se nos participa, también se nos ofrece incorporada sólo de manera tangencial a la trama en la que irrumpe de forma un tanto imprevisible, quizás para la consecución de un dramatismo afín a realidades a las que no siempre conseguimos sustraernos.

Siguiendo el orden cronológico del libro - y soslayando momentáneamente asuntos a los que me acercaré más adelante -, ya en el tercer relato de los quince que configuran el cuaderno, Juan Manuel se dispone al abordaje del contexto que ha venido ocupándonos. Un ladrón en emergencia sintetiza, mediante la alternancia de dos voces narrativas, el fatídico drama del cazador cazado. Así, al monólogo del gánster que, traicionado por uno de sus cómplices, finaliza herido mortalmente durante la realización de sus andanzas, se le intercalan fragmentos del discurso en segunda persona de alguien que lo juzga mientras el delincuente, abandonado sobre una camilla, aguarda por la asistencia imprescindible de un galeno. Aunque los planos temporales son diferentes, la convergencia espacial de ambos protagonistas torna verosímil el andamiaje del texto. Y el desenlace, doloroso por cuanto nos conduce a avecinarnos con las emanaciones de la muerte, implicita un acertado cuestionamiento a los deslices de la ética.

Albures y Nueva vida, dos de los relatos más extensos y, a mi juicio, los más consistentes de la recopilación, nos muestran a un creador con dotes para el ejercicio venturoso de la narrativa. En el primero de ellos, valiéndose de una meticulosa fragmentación de la urdimbre, nos presenta el autor a varios personajes cuya existencia conflictiva y la búsqueda de probables soluciones tienden a vincularlos en encuentros aparentemente fortuitos. En connivencia con el título, el final nos apabulla con el fallecimiento azaroso de un hombre ajeno a los desmanes de la marginalidad. El segundo nos asoma a un vasto fresco de los avatares gansteriles donde el protagonista, que finalmente intenta regenerarse, concluye - por una ironía macabra del artista o por antífrasis con el título - estrellándose contra el parachoques de un camión.

Como ya he dejado entrever más arriba, en Quemando a Venezuela… coexiste una notable gama de intereses temáticos. Y otro de los demonios que asedian a Juan Manuel es el relativo a las complejidades de la vida de un escritor. Una proporción importante de su libro se le confiere al tratamiento de estas preocupaciones. Y ello no debe sorprendernos, máxime si convenimos en que tradicional y desafortunadamente, casi nunca en estos países nuestros el ofrecimiento a las exigencias de la literatura se ha revelado como una profesión rentable. La consagración antes de la entrada en el sepulcro siempre me ha parecido un privilegio al que sólo acceden algunos pocos elegidos de los dioses. El compromiso con las letras presupone, para quien se decide a contraerlo, una usurpación tácita del tiempo que osan reclamarle los oficios con los cuales sí puede sustentarse, o una disminución de los minutos exigidos por el descanso corporal, o cierta dejadez en el aporte de afectos a las personas que lo aman.

A pesar de que en dos de sus relatos el narrador, quizás para no nadar solo en contra de tendencias aún sólidas, se aproxima a los cánones de la cuentística signada por elementos referentes a los cotos de la fantasía, en el cuaderno se evidencia el propósito de ambientar los textos en circunstancias incuestionablemente verosímiles. Por lo mismo, estos cuentos de Juan Manuel que, a decir verdad, en ocasiones dejan traslucir algunas deficiencias en el uso del lenguaje - la reiteración innecesaria de gerundios, por ejemplo - imputables, creo yo, a la prisa que nos impone la convocatoria de un concurso, se nutren de la experiencia física del autor y de la observación directa y de la sátira juiciosa a los baales de la cotidianidad. Intención esta que, francamente, no dudo en suscribir. Próximos a los cien años del estallido de las vanguardias, lejos de continuar vertiendo agua sobre un terreno ahíto de humedades, tal vez no resulte descabellada una ligera inclinación del astrolabio hacia lo todavía rescatable de las simientes originarias.

Yaritagua, 5/8/2009



Arístides Valdés Guillermo


El abandono progresivo del ámbito rural y el acelerado y aparentemente ineluctable hacinamiento del hombre en las ciudades, espacio mucho más propicio para la aparición y el incremento exorbitante de los vicios y las bajas pasiones, incidieron notablemente, a lo largo de la pasada centuria y durante el transcurso de la actual, en la creciente y rauda proliferación de la marginalidad y de los desafueros humanos inherentes a ella. Atribuible muchas veces a la imperfección de nuestras sociedades y otras a la morbosa vocación por el delito que suele convivir, en perfecta simbiosis, con determinados especímenes, esa lamentable forma de asirse a la existencia citadina también se ha convertido en una especie de surtidor, abundoso in extremis, hacia el que tienden a inclinarse algunos escritores acicateados por la intención de labrarle un sitio en el entramado de sus obras.

Aunque no me atrevo a asegurarlo, probablemente haya sido Guillermo Meneses el primer narrador que se arriesgó a incorporar el tema de marras a la cuentística venezolana. Aun cuando resulta innegable la trascendencia de la prosa regionalista o de la tierra, cuyo exponente más connotado, sin lugar a dudas, sería la célebre novela de Rómulo Gallegos publicada en 1929, ya en los cuentos del escritor caraqueño aparecidos en la década del treinta del pasado siglo es factible advertir indicios del traslado del escenario rural hacia el entorno suburbano. En semejante hábitat se mueven, verbigratia, las criaturas que apreciamos en La balandra Isabel llegó esta tarde, texto que vio la luz en 1934 y que, añadido a los restantes alumbrados más o menos por esa misma fecha, presupondría un intento de renovación literaria de irrefutable validez en estos lares.

El amplio abanico de sucesos que conforma Quemando a Venezuela y otros relatos no desdeña el acercamiento creativo a esa dolorosa realidad que, dada la ineficacia de los mecanismos diseñados para combatirla, tórnase más preocupante aún cuando el azar le usurpa el aire a quienes tratan de evadirla o ignorarla. En su libro iniciático, merecedor de un premio en el Certamen Mayor de las Artes y las Letras del 2006 y publicado ese mismo año por la Fundación editorial el perro y la rana, Juan Manuel Parada (Yaritagua, 1980) incursiona con viento favorable por este y otros derroteros.

Los entes marginales involucrados en una porción considerable del universo existencial que nos entrega el joven narrador yaritagüeño difieren, sin embargo, de las entelequias menesianas. En sus cuentos, si excluimos la aparición esporádica de la drogadicción, el tratamiento de la marginalidad se vincula, sobre todo y más atinadamente, con la recreación de la violencia cuyo clímax suele concretarse a través del zumbido de una bala o de un deceso inesperado. Si bien algunas veces esta constituye la columna vertebral del acontecimiento que se nos participa, también se nos ofrece incorporada sólo de manera tangencial a la trama en la que irrumpe de forma un tanto imprevisible, quizás para la consecución de un dramatismo afín a realidades a las que no siempre conseguimos sustraernos.

Siguiendo el orden cronológico del libro - y soslayando momentáneamente asuntos a los que me acercaré más adelante -, ya en el tercer relato de los quince que configuran el cuaderno, Juan Manuel se dispone al abordaje del contexto que ha venido ocupándonos. Un ladrón en emergencia sintetiza, mediante la alternancia de dos voces narrativas, el fatídico drama del cazador cazado. Así, al monólogo del gánster que, traicionado por uno de sus cómplices, finaliza herido mortalmente durante la realización de sus andanzas, se le intercalan fragmentos del discurso en segunda persona de alguien que lo juzga mientras el delincuente, abandonado sobre una camilla, aguarda por la asistencia imprescindible de un galeno. Aunque los planos temporales son diferentes, la convergencia espacial de ambos protagonistas torna verosímil el andamiaje del texto. Y el desenlace, doloroso por cuanto nos conduce a avecinarnos con las emanaciones de la muerte, implicita un acertado cuestionamiento a los deslices de la ética.

Albures y Nueva vida, dos de los relatos más extensos y, a mi juicio, los más consistentes de la recopilación, nos muestran a un creador con dotes para el ejercicio venturoso de la narrativa. En el primero de ellos, valiéndose de una meticulosa fragmentación de la urdimbre, nos presenta el autor a varios personajes cuya existencia conflictiva y la búsqueda de probables soluciones tienden a vincularlos en encuentros aparentemente fortuitos. En connivencia con el título, el final nos apabulla con el fallecimiento azaroso de un hombre ajeno a los desmanes de la marginalidad. El segundo nos asoma a un vasto fresco de los avatares gansteriles donde el protagonista, que finalmente intenta regenerarse, concluye - por una ironía macabra del artista o por antífrasis con el título - estrellándose contra el parachoques de un camión.

Como ya he dejado entrever más arriba, en Quemando a Venezuela… coexiste una notable gama de intereses temáticos. Y otro de los demonios que asedian a Juan Manuel es el relativo a las complejidades de la vida de un escritor. Una proporción importante de su libro se le confiere al tratamiento de estas preocupaciones. Y ello no debe sorprendernos, máxime si convenimos en que tradicional y desafortunadamente, casi nunca en estos países nuestros el ofrecimiento a las exigencias de la literatura se ha revelado como una profesión rentable. La consagración antes de la entrada en el sepulcro siempre me ha parecido un privilegio al que sólo acceden algunos pocos elegidos de los dioses. El compromiso con las letras presupone, para quien se decide a contraerlo, una usurpación tácita del tiempo que osan reclamarle los oficios con los cuales sí puede sustentarse, o una disminución de los minutos exigidos por el descanso corporal, o cierta dejadez en el aporte de afectos a las personas que lo aman.

A pesar de que en dos de sus relatos el narrador, quizás para no nadar solo en contra de tendencias aún sólidas, se aproxima a los cánones de la cuentística signada por elementos referentes a los cotos de la fantasía, en el cuaderno se evidencia el propósito de ambientar los textos en circunstancias incuestionablemente verosímiles. Por lo mismo, estos cuentos de Juan Manuel que, a decir verdad, en ocasiones dejan traslucir algunas deficiencias en el uso del lenguaje - la reiteración innecesaria de gerundios, por ejemplo - imputables, creo yo, a la prisa que nos impone la convocatoria de un concurso, se nutren de la experiencia física del autor y de la observación directa y de la sátira juiciosa a los baales de la cotidianidad. Intención esta que, francamente, no dudo en suscribir. Próximos a los cien años del estallido de las vanguardias, lejos de continuar vertiendo agua sobre un terreno ahíto de humedades, tal vez no resulte descabellada una ligera inclinación del astrolabio hacia lo todavía rescatable de las simientes originarias.

Yaritagua, 5/8/2009

jueves, 9 de julio de 2009

La irreverencia, el humor negro y el escandalo me han traído hasta aquí

Conversación con el Poeta Jotamario Arbeláez

Por Gabriel Figueredo


Jotamario Arbeláez nació en Cali, Colombia, en 1940. Este poeta de la calle desertó de la educación formal antes de culminar el bachillerato. Años después recibirá un “Bachillerato Honoris Causa” Santa Librada College y además un Doctorado Honoris Causa por la universidad de Santiago de Cali.

Es cofundador de uno de los movimientos mayor trascendencia en el continente y el más importante de su país, el movimiento nadaísta. Su extensa obra es una muestra del poeta mordaz, irónico, que como el mismo dice, se mofa hasta de sí. Su primer libro, El profeta en su casa (1966) obtuvo el Premio Nacional de Poesía Oveja Negra y Golpe de Dados, con Mi reino por este mundo (1981). Además ha publicado: El libro rojo de rojas (1970), en colaboración con Elmo Valencia; la antología Doce poetas nadaístas de los últimos días (1986) y El espíritu erótico (1990), antología poética y pictórica realizada junto con Fernando Guinard. Ganó el Premio Nacional de Poesía Colcultura con La casa de la memoria en 1995. En 1999 ganó el Premio de Poesía del Instituto Distrital de Cultura con El cuerpo de ella. De este libro se hizo una edición bilingüe en París. En 2003, Editorial Aguilar publicó Nada es para siempre. Antimemorias de un nadaísta. Es columnista del periódico El Tiempo. Es ganador de la II Edición del Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora, con su libro “Paños menores”


El poeta sonríe y hace muecas mientras va leyendo sus poemas en el salón repleto de asientos rojos de la Cinemateca de San Felipe. Desde el público me hago cómplice de sus memorias. Cuando finalizó el recital me acerqué al poeta que sonreía y saludaba cordial. ¿Como vas?, me dijo. Muy bien maestro, le respondí mientras nos dábamos un apretón de manos. Así que como pude lo saque del circulo que lo rodeaba para conversar brevemente con él.

Gabriel Figueredo.- Por estos lados es muy conocido el movimiento nadaísta, y es por demás divertido recrearnos en historias que no sabemos si sean o no ciertas. Pero más allá de la ironía, se ve con respeto y mucha seriedad el planteamiento de fondo que lleva en sí esta vertiente literaria ¿Se podría decir que el movimiento nadaísta apuntaba más allá del hecho de la escritura?

Jotamario Arbeláez.- Mira, el movimiento nadaísta, que fue fundado en el año 1958, casi pudiéramos decir que en la prehistoria, pues tenemos un año más que la Revolución Cubana, cinco años mas que las FARC y seis mas que los Rolling Stones, pues en realidad ha sido un fenómeno insólito dentro de las letras latinoamericanas. Tiene usted razón al manifestar que fuimos mas allá del concepto literario, casi podría decirse que el movimiento nadaísta fue más que un movimiento literario fue un movimiento social. Por qué, porque lo asumimos jóvenes, mejor dicho éramos menores de edad de clase media baja y de provincia, no había una nadaísta de Bogotá, y nos propusimos deshipotecar el país de todas esas influencias clericales y académicas que lo tenía acogotado… crear una manifestación literaria, poética y artística en general a partir de los parámetros de la vanguardia, y naturalmente era vanguardia tardía, porque los movimientos de vanguardia europea habían surgido en los años 20, pero de todas maneras era necesario oxigenar el ambiente cultural de nuestra región mediante el escándalo, en realidad digamos que escándalo, la sorpresa, la irreverencia. Muy pronto nos dimos a conocer siendo muy jóvenes y llegamos a representar el país con mas importancia en el exterior sobre todo en las revistas de vanguardia de México, como “El zorro emplumado”, de buenos aires la revista “Excontemporaneos”, y tuvimos, digamos, repercusiones en otros países con movimientos paralelos, como sucedió en Venezuela con el grupo “El techo de la ballena”, uno de cuyo representante principal es Juan Calzadilla el homenajeado d en el VI Festival Mundial de Poesía.

GF.- Se comentan muchas historias sobre ustedes. ¿Qué tan cierto es eso que se comenta por ahí que algunos de ustedes entraron a una iglesia y tomaron parte de la indumentaria, algo así como una copa y luego se fueron a beber el vino y las ostias de la iglesia en un parque cercano a ella?.

JA.- No, no… era 1960 creo, el asalto a misión, construida (la iglesia) por unos curas españoles en la catedral metropolitana de Medellín, hacia la cual, a la misa de gallos o sea la misa de media noche, asistieron algunos de los nadaístas, seis de ellos que venían de una fiesta. Estaban prácticamente, como decimos nosotros, “tronados”; y dicen ellos que sobre todo era para escuchar los coros de música gregoriana. Pero a uno de ellos se le ocurrió invitar a los demás a comulgar. Como venían pasados de pepas y nectalina, seguramente no tenían saliva en la lengua, entonces no les pasaron las ostias. Uno la guardó en el pañuelo de la novia, otro en la camisa, pero a uno se le cayó y para que la gente no viera la tapó con el piecito, entonces algún sapo se dio cuenta y grito sacrilegio. Los persiguieron pues como en la edad media por todas las calles hasta capturarlos. Los pusieron en la cárcel. Y a uno de ellos, que era el poeta Darío Lemos, treinta años después le dio gangrena en un pie, prácticamente se le cayó, se le pudrió la patíca. Yo le pregunte, poeta ¿fue con esa patíca que usted pisó la ostia? Y el me dijo, si hermano, pero debe ser coincidencia porque no creo que las ostias sean tan infecciosas.

GF.- Usted, y algunos de su generación, son considerados referencias obligatorias de la literatura colombiana por las nuevas generaciones ¿Cómo ha sido para ustedes mantenerse en el tiempo como movimiento, con la responsabilidad que implica el hecho de ser una referencia para todas las generaciones que les han sucedido?

JA.- Tienes toda la razón, en realidad como este movimiento se creó como un movimiento experimental de vanguardia, pues eso por lo general no dura en el tiempo, el mismo techo de la ballena de Venezuela duró unos tres o cuatro años, claro la perpetuación de su obra se ha mantenido, pero digamos como cohesión si no se mantuvo. En nuestro caso siendo que Gonzalo Arango el fundador, que era también el aglutinante, desapareció hace treinta y tres años, fíjate que el año pasado cumplimos 50 y en realidad, con una mirada restrocpectiva, uno ve que esto es como una especie de ilusión, es un absurdo haber permanecido y haber tenido una influencia tan grande dentro de la juventud. La juventud de todas maneras siempre se manifiesta, por lo menos intrigada, sobre como eran los parámetros del nadaismo y porqué nos hemos mantenido y yo creo que la razón no es que hayamos tenido, digamos, una posición política rigurosa, sino, por la irreverencia y el humor negro que nos caracterizó, que ha hecho que nos podamos burlar de todo, de la realidad inmediata, pero comenzando por burlarnos de nosotros mismos.

Conversación con el Poeta Jotamario Arbeláez

Por Gabriel Figueredo


Jotamario Arbeláez nació en Cali, Colombia, en 1940. Este poeta de la calle desertó de la educación formal antes de culminar el bachillerato. Años después recibirá un “Bachillerato Honoris Causa” Santa Librada College y además un Doctorado Honoris Causa por la universidad de Santiago de Cali.

Es cofundador de uno de los movimientos mayor trascendencia en el continente y el más importante de su país, el movimiento nadaísta. Su extensa obra es una muestra del poeta mordaz, irónico, que como el mismo dice, se mofa hasta de sí. Su primer libro, El profeta en su casa (1966) obtuvo el Premio Nacional de Poesía Oveja Negra y Golpe de Dados, con Mi reino por este mundo (1981). Además ha publicado: El libro rojo de rojas (1970), en colaboración con Elmo Valencia; la antología Doce poetas nadaístas de los últimos días (1986) y El espíritu erótico (1990), antología poética y pictórica realizada junto con Fernando Guinard. Ganó el Premio Nacional de Poesía Colcultura con La casa de la memoria en 1995. En 1999 ganó el Premio de Poesía del Instituto Distrital de Cultura con El cuerpo de ella. De este libro se hizo una edición bilingüe en París. En 2003, Editorial Aguilar publicó Nada es para siempre. Antimemorias de un nadaísta. Es columnista del periódico El Tiempo. Es ganador de la II Edición del Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora, con su libro “Paños menores”


El poeta sonríe y hace muecas mientras va leyendo sus poemas en el salón repleto de asientos rojos de la Cinemateca de San Felipe. Desde el público me hago cómplice de sus memorias. Cuando finalizó el recital me acerqué al poeta que sonreía y saludaba cordial. ¿Como vas?, me dijo. Muy bien maestro, le respondí mientras nos dábamos un apretón de manos. Así que como pude lo saque del circulo que lo rodeaba para conversar brevemente con él.

Gabriel Figueredo.- Por estos lados es muy conocido el movimiento nadaísta, y es por demás divertido recrearnos en historias que no sabemos si sean o no ciertas. Pero más allá de la ironía, se ve con respeto y mucha seriedad el planteamiento de fondo que lleva en sí esta vertiente literaria ¿Se podría decir que el movimiento nadaísta apuntaba más allá del hecho de la escritura?

Jotamario Arbeláez.- Mira, el movimiento nadaísta, que fue fundado en el año 1958, casi pudiéramos decir que en la prehistoria, pues tenemos un año más que la Revolución Cubana, cinco años mas que las FARC y seis mas que los Rolling Stones, pues en realidad ha sido un fenómeno insólito dentro de las letras latinoamericanas. Tiene usted razón al manifestar que fuimos mas allá del concepto literario, casi podría decirse que el movimiento nadaísta fue más que un movimiento literario fue un movimiento social. Por qué, porque lo asumimos jóvenes, mejor dicho éramos menores de edad de clase media baja y de provincia, no había una nadaísta de Bogotá, y nos propusimos deshipotecar el país de todas esas influencias clericales y académicas que lo tenía acogotado… crear una manifestación literaria, poética y artística en general a partir de los parámetros de la vanguardia, y naturalmente era vanguardia tardía, porque los movimientos de vanguardia europea habían surgido en los años 20, pero de todas maneras era necesario oxigenar el ambiente cultural de nuestra región mediante el escándalo, en realidad digamos que escándalo, la sorpresa, la irreverencia. Muy pronto nos dimos a conocer siendo muy jóvenes y llegamos a representar el país con mas importancia en el exterior sobre todo en las revistas de vanguardia de México, como “El zorro emplumado”, de buenos aires la revista “Excontemporaneos”, y tuvimos, digamos, repercusiones en otros países con movimientos paralelos, como sucedió en Venezuela con el grupo “El techo de la ballena”, uno de cuyo representante principal es Juan Calzadilla el homenajeado d en el VI Festival Mundial de Poesía.

GF.- Se comentan muchas historias sobre ustedes. ¿Qué tan cierto es eso que se comenta por ahí que algunos de ustedes entraron a una iglesia y tomaron parte de la indumentaria, algo así como una copa y luego se fueron a beber el vino y las ostias de la iglesia en un parque cercano a ella?.

JA.- No, no… era 1960 creo, el asalto a misión, construida (la iglesia) por unos curas españoles en la catedral metropolitana de Medellín, hacia la cual, a la misa de gallos o sea la misa de media noche, asistieron algunos de los nadaístas, seis de ellos que venían de una fiesta. Estaban prácticamente, como decimos nosotros, “tronados”; y dicen ellos que sobre todo era para escuchar los coros de música gregoriana. Pero a uno de ellos se le ocurrió invitar a los demás a comulgar. Como venían pasados de pepas y nectalina, seguramente no tenían saliva en la lengua, entonces no les pasaron las ostias. Uno la guardó en el pañuelo de la novia, otro en la camisa, pero a uno se le cayó y para que la gente no viera la tapó con el piecito, entonces algún sapo se dio cuenta y grito sacrilegio. Los persiguieron pues como en la edad media por todas las calles hasta capturarlos. Los pusieron en la cárcel. Y a uno de ellos, que era el poeta Darío Lemos, treinta años después le dio gangrena en un pie, prácticamente se le cayó, se le pudrió la patíca. Yo le pregunte, poeta ¿fue con esa patíca que usted pisó la ostia? Y el me dijo, si hermano, pero debe ser coincidencia porque no creo que las ostias sean tan infecciosas.

GF.- Usted, y algunos de su generación, son considerados referencias obligatorias de la literatura colombiana por las nuevas generaciones ¿Cómo ha sido para ustedes mantenerse en el tiempo como movimiento, con la responsabilidad que implica el hecho de ser una referencia para todas las generaciones que les han sucedido?

JA.- Tienes toda la razón, en realidad como este movimiento se creó como un movimiento experimental de vanguardia, pues eso por lo general no dura en el tiempo, el mismo techo de la ballena de Venezuela duró unos tres o cuatro años, claro la perpetuación de su obra se ha mantenido, pero digamos como cohesión si no se mantuvo. En nuestro caso siendo que Gonzalo Arango el fundador, que era también el aglutinante, desapareció hace treinta y tres años, fíjate que el año pasado cumplimos 50 y en realidad, con una mirada restrocpectiva, uno ve que esto es como una especie de ilusión, es un absurdo haber permanecido y haber tenido una influencia tan grande dentro de la juventud. La juventud de todas maneras siempre se manifiesta, por lo menos intrigada, sobre como eran los parámetros del nadaismo y porqué nos hemos mantenido y yo creo que la razón no es que hayamos tenido, digamos, una posición política rigurosa, sino, por la irreverencia y el humor negro que nos caracterizó, que ha hecho que nos podamos burlar de todo, de la realidad inmediata, pero comenzando por burlarnos de nosotros mismos.

lunes, 29 de junio de 2009

COMUNICADO DE LA RED DE ESCRITORAS Y ESCRITORES POR EL ALBA

CONDENAMOS EL BRUTAL GOLPE DE ESTADO EN HONDURAS

El domingo 28 de junio de 2009 marca un capítulo más dentro de las páginas oscuras de Nuestra América. El ejército hondureño, y las fuerzas políticas de la derecha, han dado un vergonzoso Golpe de Estado al gobierno democráticamente elegido de Manuel Zelaya. El hecho ocurrió en Tegucigalpa, cuando cuatro comandos de aproximadamente 200 soldados llegaron a la residencia del presidente hacia las 06:00 horas, tiempo local. El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, fue secuestrado y trasladado a Costa Rica por los militares. Mientras el presidente del Congreso, Roberto Micheletti, se autodesignó como presidente interino de la Nación, hecho que es rechazado por los miles de hondureños que en las calles exigen el retorno del Presidente constitucionalmente electo.

En solidaridad con los miles de hermanos hondureños que han declarado su intención de mantenerse en la calle hasta que retorne el presidente Manuel Zelaya, que rechazan categóricamente la posición del Congreso y ratifican que no reconocerán a un presidente de facto, la red de escritoras y escritores por el ALBA nos declaramos en resistencia hasta que este retorno se logre.

Por lo tanto, no reconoceremos ningún otro gobierno hondureño que no sea el encabezado por el presidente Manuel Zelaya. Nos comprometemos a denunciar, a manifestarnos en las calles, en nuestros distintos medios escritos y electrónicos, y en todo momento, sobre este brutal golpe de estado, al igual que todas las acciones de represión que se desaten a partir de él. Condenamos entonces la ilegalidad e ilegitimidad de este Golpe de Estado y exigimos la restitución del gobierno democrático del presidente Manuel Zelaya.

Reconocemos la valentía de los pueblos nuestro americanos y enarbolamos sus voces que han sabido resistir en diferentes tiempos históricos. Alzamos la voz y la lucha de Allende, Sandino, el Che y de todas las mujeres y hombres que resistiendo nos han dado la fuerza y la razón para vencer. La construcción de la paz y la democracia, sólo puede darse sobre la base de la justicia y la solidaridad, y porque somos responsables de nuestro futuro lucharemos por un presente donde se respeten las decisiones que libremente hemos tomados los pueblos de Nuestra América.

Firman:

Iván Cruz Osorio (México), María Eugenia López (Argentina), Gladys Mendia (Venezuela-Chile), Benjamín Morales (México), Daniela Saidman (Venezuela), Horacio Cavallo (Uruguay), Isaac Morales Fernández (Venezuela), Rosa Chávez (Guatemala), Pablo Benítez (El Salvador), Norys Saavedra (Venezuela), Pablo Villarreal (Argentina), Juan Manuel Parada (Venezuela), Julia Erazo (Ecuador), Yuri Patiño (Venezuela), Augusto Rodríguez (Ecuador), José Javier Sánchez (Venezuela), Gabriel Figueredo (Venezuela), Inti Clark (Venezuela)

Simpatizantes de la red:

Saúl Ibargoyen (México-Uruguay), Ambar Past (México), Max Rojas (México), Gabriela Astorga (México), Luis Téllez-Tejeda (México), Santiago Robles Bonfil (México), Galo Ghigliotto (Chile), Daniela Moreno Urdaneta (Venezuela), Leonardo Delgado (Venezuela), Julio Valderrey (Venezuela), Jesús Ricardo Alustiza (Venezuela), Lenín Santiago Márquez (Venezuela), Omar Alfonso Requena (Venezuela), Javier Pérez (Venezuela), Usbaldo Volcán (Venezuela)




* Siguen llegando firmas de compas escritoras y escritores de América Latina...

CONDENAMOS EL BRUTAL GOLPE DE ESTADO EN HONDURAS

El domingo 28 de junio de 2009 marca un capítulo más dentro de las páginas oscuras de Nuestra América. El ejército hondureño, y las fuerzas políticas de la derecha, han dado un vergonzoso Golpe de Estado al gobierno democráticamente elegido de Manuel Zelaya. El hecho ocurrió en Tegucigalpa, cuando cuatro comandos de aproximadamente 200 soldados llegaron a la residencia del presidente hacia las 06:00 horas, tiempo local. El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, fue secuestrado y trasladado a Costa Rica por los militares. Mientras el presidente del Congreso, Roberto Micheletti, se autodesignó como presidente interino de la Nación, hecho que es rechazado por los miles de hondureños que en las calles exigen el retorno del Presidente constitucionalmente electo.

En solidaridad con los miles de hermanos hondureños que han declarado su intención de mantenerse en la calle hasta que retorne el presidente Manuel Zelaya, que rechazan categóricamente la posición del Congreso y ratifican que no reconocerán a un presidente de facto, la red de escritoras y escritores por el ALBA nos declaramos en resistencia hasta que este retorno se logre.

Por lo tanto, no reconoceremos ningún otro gobierno hondureño que no sea el encabezado por el presidente Manuel Zelaya. Nos comprometemos a denunciar, a manifestarnos en las calles, en nuestros distintos medios escritos y electrónicos, y en todo momento, sobre este brutal golpe de estado, al igual que todas las acciones de represión que se desaten a partir de él. Condenamos entonces la ilegalidad e ilegitimidad de este Golpe de Estado y exigimos la restitución del gobierno democrático del presidente Manuel Zelaya.

Reconocemos la valentía de los pueblos nuestro americanos y enarbolamos sus voces que han sabido resistir en diferentes tiempos históricos. Alzamos la voz y la lucha de Allende, Sandino, el Che y de todas las mujeres y hombres que resistiendo nos han dado la fuerza y la razón para vencer. La construcción de la paz y la democracia, sólo puede darse sobre la base de la justicia y la solidaridad, y porque somos responsables de nuestro futuro lucharemos por un presente donde se respeten las decisiones que libremente hemos tomados los pueblos de Nuestra América.

Firman:

Iván Cruz Osorio (México), María Eugenia López (Argentina), Gladys Mendia (Venezuela-Chile), Benjamín Morales (México), Daniela Saidman (Venezuela), Horacio Cavallo (Uruguay), Isaac Morales Fernández (Venezuela), Rosa Chávez (Guatemala), Pablo Benítez (El Salvador), Norys Saavedra (Venezuela), Pablo Villarreal (Argentina), Juan Manuel Parada (Venezuela), Julia Erazo (Ecuador), Yuri Patiño (Venezuela), Augusto Rodríguez (Ecuador), José Javier Sánchez (Venezuela), Gabriel Figueredo (Venezuela), Inti Clark (Venezuela)

Simpatizantes de la red:

Saúl Ibargoyen (México-Uruguay), Ambar Past (México), Max Rojas (México), Gabriela Astorga (México), Luis Téllez-Tejeda (México), Santiago Robles Bonfil (México), Galo Ghigliotto (Chile), Daniela Moreno Urdaneta (Venezuela), Leonardo Delgado (Venezuela), Julio Valderrey (Venezuela), Jesús Ricardo Alustiza (Venezuela), Lenín Santiago Márquez (Venezuela), Omar Alfonso Requena (Venezuela), Javier Pérez (Venezuela), Usbaldo Volcán (Venezuela)




* Siguen llegando firmas de compas escritoras y escritores de América Latina...

viernes, 26 de junio de 2009

Cubile: dícese de la madriguera de La Musaraña

“La poesía es una hormiga

devorando un caramelo

en el fondo de la mar”

Manuel Barreto



Quizás fue para la primera, o segunda edición, no lo recuerdo bien, cuando oí hablar de la revista Cubile. Laurangel Guerrero me envió un correo donde hablaba de esta revista. Luego volví a oír de ellos, pero esta vez, por medio de los panas Juan Manuel Parada y Marco Gentile de YO ediciones. Lo cierto de todo esto es que el trabajo de Ennio Tucci, Jenifeer Gugliotta y Mariana Chirino ha tenido un impacto innegable en Coro, logrando hacer eco en otras ciudades del país. Y es que estos tres amigos que conforman el Grupo la Musaraña han logrado consolidar un espacio para morar: Su madriguera. Su cubile.

Sencillez, ingenio, fuerza, y sobre todo, constancia son algunas de las palabras que puedo usar para definir a estos tres amigos que nos dan una lección de autogestión y eficacia, en una hora donde los proyectos editoriales, a grueso modo, están adheridos a los presupuestos gubernamentales. Estoy seguro que seguiremos oyendo hablar de estos amigos. Estoy aún más seguro de que por allí seguiremos encontrándonos en su madriguera, uniendo fuerzas para el combate, para la lucha de las ideas. Y puede que sea valido parafrasear al poeta Manuel Barreto y decir que “la poesía es una musaraña devorando un caramelo en el fondo de la mar

Para nosotros es un honor haber recibido la dedicación de la edición número 12, previo al segundo aniversario, de Cubile. Celebramos en medio de un ambiente cargado informalidad, de poesía y música para presentar la revista en los espacios de la Librería del Sur de San Felipe.

Agradecidos y comprometidos.




“La poesía es una hormiga

devorando un caramelo

en el fondo de la mar”

Manuel Barreto



Quizás fue para la primera, o segunda edición, no lo recuerdo bien, cuando oí hablar de la revista Cubile. Laurangel Guerrero me envió un correo donde hablaba de esta revista. Luego volví a oír de ellos, pero esta vez, por medio de los panas Juan Manuel Parada y Marco Gentile de YO ediciones. Lo cierto de todo esto es que el trabajo de Ennio Tucci, Jenifeer Gugliotta y Mariana Chirino ha tenido un impacto innegable en Coro, logrando hacer eco en otras ciudades del país. Y es que estos tres amigos que conforman el Grupo la Musaraña han logrado consolidar un espacio para morar: Su madriguera. Su cubile.

Sencillez, ingenio, fuerza, y sobre todo, constancia son algunas de las palabras que puedo usar para definir a estos tres amigos que nos dan una lección de autogestión y eficacia, en una hora donde los proyectos editoriales, a grueso modo, están adheridos a los presupuestos gubernamentales. Estoy seguro que seguiremos oyendo hablar de estos amigos. Estoy aún más seguro de que por allí seguiremos encontrándonos en su madriguera, uniendo fuerzas para el combate, para la lucha de las ideas. Y puede que sea valido parafrasear al poeta Manuel Barreto y decir que “la poesía es una musaraña devorando un caramelo en el fondo de la mar

Para nosotros es un honor haber recibido la dedicación de la edición número 12, previo al segundo aniversario, de Cubile. Celebramos en medio de un ambiente cargado informalidad, de poesía y música para presentar la revista en los espacios de la Librería del Sur de San Felipe.

Agradecidos y comprometidos.




 

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