jueves, 12 de marzo de 2009

Alfonsina Piña, ejemplo joven de amor a la poesía


Por Lisbella Páez



En el panorama yaracuyano de la literatura, irrumpe desde hace unos años, la poesía escrita por jóvenes.

Son referencia para estos espacios, los talleres iniciados por Gabriel Jiménez, el Festival de Poesía Liceísta organizado desde el Ateneo de San Felipe, el Encuentro de Poetas, las actividades realizadas dentro del marco de la Feria del Libro que han abierto espacios para jóvenes voces, esto al parecer contribuye a que la poesía deje de ser considerada un género menor.
Es cierto que muchos jóvenes detestan la poesía, entre otras cosas, porque no la entienden y la ven como una literatura hermética, difícil o rebuscada.

La responsabilidad reside, en gran medida, en los mediadores. Es ahí donde los padres y el docente, si quiere que sus alumnos lean poesía, debe aportar otras opciones.

Un caso muy específico de amor a la poesía a temprana edad es Alfonsina Piña, quien tiene 19 años.

INICIOS EN LA LITERATURA

Alfonsina cuenta con el apoyo de su familia y lee mucho. Comenzó cuando su papa le regaló a los 13 años El Principito y La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne. El primer autor de novela que leyó fue a Emilio Sola, “fue un libro que mi papá saco de la biblioteca de Guama y me lo llevó para que lo leyera”, recuerda.
Se graduó en el 2008 de bachiller y entro al introductorio de la Aldea de San José en Comunicación Social en la Universidad Bolivariana de Venezuela, hizo el trayecto inicial, que es como un propedéutico, duró cuatro meses pero no le gusto allí y hace una semana se retiró. Piensa volver a los estudios universitarios, no ahí pero sí en la Uney; aspira al graduarse hacer una maestría en literatura en Trujillo.

LA MUSA

Ha escrito mucho, y quiere sacar un libro de 20 poemas y llamarlo Manojo de
Ensueños, con poemas viejos y los más nuevos.

Su participación en recitales se inició hace unos tres años; hubo uno en Guama en un evento en la Casa de la Cultura y su papá la llevo y leyó, después fue a un círculo literario en Nirgua, luego fue con su padre a Chivacoa y ya va sola cuando al invitan a recitar.

SU VIDA

Alfonsina nació en el Hospital de San Felipe es la menor de cuatro hermanos uno ya fallecido, y vive en Guama (municipio Sucre) pues su familia proviene de Campo Nuevo. Desde su casa la invitaron a leer desde niña.

Estudio kínder en el preescolar José Tomas González, primero a sexto grado en el mismo plantel, y primero y segundo año en el Carmelo Fernández del cual por una pelea con una joven de cuarto año fue suspendida por tres días y no quiso volver. “Me sentía humillada, con mucha pena. Pero eso lo superé, ahora no me gusta discutir con nadie, pienso que la mejor pelea es la que se evita” reflexiona.

Como no quiso volver al liceo la inscribieron en tercer año en el de Campo Nuevo. En esos días “yo le caía mal a la gente, era muy chocante, echona, todo era yo; escuchaba música reggae, rock y me vestía extraño con pantalones muy anchos y usaba la camisa por fuera. En el liceo siempre me decían ‘métase la camisa’ pero era un poco rebelde, me pintaba los ojos y la boca de negro”, comenta.

Cuarto y quinto año tuvo que hacerlo en el nocturno de Guama, porque ya a los 15 años tenía un bebé, de quien fuera su novio desde los 13 años. Durante el embarazo decidió dejar de estudiar y lo pasó en su casa junto al papa del niño, pues pensaba tener una familia, pero no se entendieron quizás por lo joven y se separaron.

SU OBRA

Al principio le escribió al amor, un poema es El Lago de los Muertos.

A continuación un fragmento de otro poema, Semblanza a Safo:

“Estarán muertas las pasionarias
Oh mi tormentoso amor
cuando el suspiro fugaz esté vejado
y las umbrías dolientes”.

Cuando se separó del papá del bebé comenzó a escribir mayor profundidad, como ella misma lo cataloga. De esos días escribió:

“Estupefacta los dolores del ámbar
rompe misteriosamente el cielo de cristal
discerniendo las bruselas , y el clarín
deja el trasfondo sumiso en el viento
donde las carnes son de arrebol”.

Ahora ha cambiado su manera de escribir, le inspira la decadencia del mundo, sobre la capa de ozono escribió Ni una sola palabra:

“Cuando mueran hambrientas las montañas
casi arrebatadas mudas y sin oído
será la altura liviana en el trozo anónimo de las palabras”.

Otra fuente de inspiración es su hijo José Gregorio Colmenares, quien anda ya por los cuatro años y cursa el primer nivel de educación inicial y a quien escribió Abrazo de Sol:

“El sol abrazó a la ola
y el niño sostenido sobre la arena
sonrió, sus ojos eran céfiros lacrimógenos
como enjambres ruborizados en rebeldía.
yo; contrapuesta y vista
por las coladas columnas
de aquellos enigmas abarrigados de palmeras
lo miré”.
A lo mejor estaba palidecida
como un huracán batiente
para no comprender aquel momento”.

En la mañana lleva el niño al preescolar y va a un cyber a transcribir lo nuevo y se va a la casa a leer.

Su escritora preferida es Safo de Lesbos, porque es muy clara.


Lisbella Páez



Publicado en el diario Yaracuy al día el 12 de marzo de 2009
http://www.yaracuyaldia.com/?page=noticia&id=39316

1 comentarios:

Anónimo dijo...

brasilllll
lalalalalalalalaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
brasillllllllllllllllllllllllllllllll

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